Existe evidencia científica de que el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) podría estar relacionado con una inmadurez de la mielinización en las áreas prefrontales del cerebro (Shaw et al., 2007), responsables principalmente de las funciones ejecutivas: es decir de la modulación del comportamiento y de la atención (Nigg, 2005). Las áreas prefrontales del cerebro realizan un control inhibidor sobre la conducta, permiten la planificación del comportamiento (teniendo en cuenta las consecuencias de las propias acciones), implican el funcionamiento de otras estructuras cerebrales dedicadas a la memoria de trabajo, a la atención sostenida y selectiva, a la motivación y reacción emocional. Las alteraciones presentes en el TDAH se reflejan en una escasa atención sostenida del sujeto hacia estímulos poco motivadores (que no activan una respuesta emocional de acercamiento), inquietud psicomotriz e impulsividad (interrumpir la actividad de los otros, intervenir cuando no corresponde, no pararse a pensar lo que se puede decir en un específico contexto, etc.)