['Vivimos aceleradamente, angustiados por un flujo incontenible de información y bombardeados por alertas y notificaciones. Y, sin embargo, también nos angustian la espera, las “horas muertas” y el no hacer nada, que asociamos con el aburrimiento. Entendido históricamente como una “molestia del alma”, una enfermedad que engendraba otros males, y temido por niños y adultos en este momento, el aburrimiento nos habla también del poco valor que le damos a nuestras experiencias, de una cierta incapacidad de convertir los “momentos vacíos” en fuente de inspiración y creatividad, de nuestra huida constante. Pero el aburrimiento puede ser otras cosas. Por ejemplo, un modo de liberarnos de la tiranía de la novedad y de la industria creada en torno a esta última; un experimento con el tiempo; una forma de recuperar la soberanía sobre nuestras emociones y estados.', 'Javier Gomá, filósofo, escritor y dramaturgo']