Ningún artista quiere dedicarse a la educación. La sociedad presupone que los artistas y los profesores desempeñan funciones muy diferentes. Esta bipolaridad tiene su origen en un imaginario que opone la imagen del genio brillante a la de la maestra con delantal. El arte y la educación son vistas como esferas opuestas. Los artistas visualizan la educación como un campo de trabajo nada creativo y poco estimulante al que se ven condenados aquellos que no logran el éxito. Por otro lado, los maestros perciben el arte como algo accesorio que sirve decorar el centro y para que los estudiantes descansen un rato después del esfuerzo que supone estudiar las asignaturas realmente importantes. ¿Cómo desbaratar estos imaginarios obsoletos? Necesitamos nuevos imaginarios y la propuesta que lanzamos es la entendernos como arthinkers. Para ser arthinker no es necesario ser un genio iluminado que domina todas las técnicas artísticas. Un arthinker tampoco es un reproductor de contenidos atrapado por el currículum escolar. Un arthinker es un creador capaz de diseñar experiencias artísticas de aprendizaje. Para ser un arthinker no es necesario tener formación artística, puede serlo un profesor de biología, matemáticas o educación física. Y esta reivindicación es el punto de partida de la Escuela de Art Thinking 2020, para la cual contamos con las siguientes invitadas, artistas que entienden sus creaciones desde un punto de vista educativo y educadoras que conciben su práctica docente como práctica artística: Cris Blanco (performance y artes vivas), Oscar Espirita (poesía y creación literaria), Coco Moya (música electrónica y naturaleza), Crossoborder (teatro foro) y Levadura (programa de residencias artísticas).